miércoles, 25 de julio de 2012

Soñar

Nunca supe como aprendí a caminar. Posiblemente, perseguía luces imaginarias a las que pretendía alcanzar. O quizás huía de alguna pesadilla, de algún espejismo que me atormentaba y no me dejaba ver el mar. Nunca me gustó ser un héroe sin nadie a quien rescatar.


Nunca tuve valor para marcharme y volver. Nunca quise llegar de nuevo a mi lugar. La lluvia me indicaba el camino hacia el río y el río me llevaba de nuevo al mar. Nunca pensé en dejarme llevar, era demasiado bueno para ser verdad.

En un instante todo puede cambiar. Unos vienen y otros se van, muchas veces piensas que estás en una estación y ves salir y llegar a los pasajeros del tren. Tu vida se convierte en un mero transitar, en el que los pasajeros van comprando sus billetes, de ida y vuelta. Algunos solo están esperando en el andén a que todo pase y ser testigos de tu transitar. Algunos trenes no hay que dejarlos pasar, otros simplemente, trazan una línea que nunca deberías cruzar.

Ya en la noche, duermes. La tormenta que dio paso al vendaval, por fin te deja ver la ciudad. Ya solo queda despertar de un sueño, que puede que sea realidad. O no.



martes, 17 de julio de 2012

Los días inciertos

No suelo escribir sobre temas políticos, no me gusta, y desde hace un tiempo a esta parte, creo que tampoco los políticos merecen el más mínimo respeto hacia ellos. No creo que estén salvaguardando los intereses de los ciudadanos que un día fuimos a votarlos a las urnas, esperando que pelearan por nuestros intereses y no por los suyos propios. Así, como no suelo escribir de temas políticos tampoco va a ser hoy el día.

Lo que si me preocupa es la situación a la que están llegando muchas personas. A día de hoy, cada día amanecen más pobres en nuestras calles. Ya no son solo personas desarraigadas que en cuanto han tenido un revés lo han perdido todo y se han tirado a la calle, cada vez hay más trabajadores y pequeños empresarios que han perdido todo lo que tenían por culpa de la ferocidad y la ambición de unos cuantos.

Hoy solo somos números, no somos nada más que un dígito que puede o no ser útil. No tenemos vida para esos entes. Una persona es un gasto y tiene un valor, al que le quitan lo que no les interesa. Más para ellos y menos para nosotros. Y por desgracia no veo que haya nadie que vele por nosotros, más bien todo lo contrario, se alinean con el más fuerte.

Me preocupa ver a la gente pidiendo, pero más me preocupa la gente que no tiene y no se atreve a salir a pedir a las organizaciones porque les avergüenza su situación. Existen situaciones muy complicadas y muy difíciles, que están llevando a muchos a la desesperación y a la pérdida de toda su autoestima. Muchos han perdido ya la dignidad de ser personas. Han tirado la toalla y se han convertido en almas en pena que vagan de un lado a otro sin saber donde acudir ni que hacer.
Espero que todo acabe pronto, porque si no es así, esta situación acabará con nosotros más pronto que tarde.

jueves, 5 de julio de 2012

Una sana costumbre, un gran placer

De hace un tiempo a esta parte, he tomado una sana costumbre muy de nuestra tierra y la he modificado un poco para convertirla en un gran placer. El tomar una caña en buena compañía es muy nuestro, además de sano. Muchas son las bondades que se han comentado de la cerveza, como rehidratante después del esfuerzo físico, recuperadora de sales minerales, etc, pero sobre todo su gran virtud es su capacidad por regalar buenos momentos, y unir en torno a ella a buenos amigos.


Esta sana costumbre, se convierte en placer cuando llega el verano, aunque solo sea por sus virtudes alimenticias y saludables, o simplemente por sus bondades saciantes y sanadoras frente a la sed y el calor de la estación.

Pero el verdadero placer, aparece cuando se combinan varias circunstancias. La buena compañía, una cerveza bien fría y un lugar idílico (al menos para mí). Una vez combinados estos tres factores ya solo queda evadirse del mundo, del trabajo, de la gente, de las primas de riesgo y de todos los enchaquetados amargados que nunca han vivido un momento como el que estás viviendo. Así que os recomiendo que busquéis vuestras circunstancias, que combinéis vuestros factores y los disfrutéis y seguro que todo es parecerá más relativo, o al menos por unos minutos.



PD: Quizás, la solución a la crisis se encuentre en traer a unos cuantos de es@s politic@s a estas tierras y demostrarles que después del trabajo existe algo más que se llama vida.


miércoles, 4 de julio de 2012

Naranja cobrizo, casi rojo

Ha sido un día agotador. Demasiado largo para lo que hubiese querido. Todavía no tengo un hogar donde ir a descansar y purgar mi espíritu para otro nuevo día. Solo me queda el camino de vuelta desde el trabajo en mi coche escuchando música.
La verdad es que no tengo ganas de llegar a casa, es demasiado temprano para volver a encerrarme entre cuatro paredes que cada día me consumen más y más. No se que hacer, parece que el coche tiene puesto el piloto automático y que se sabe el camino de vuelta sin necesidad de ser conducido. Pero no tengo ganas de llegar, todavía no puedo.
Intento tomar las riendas de mi conducción, pero tampoco lo consigo, no se hacia donde me dirijo, no se cual es mi destino ni lo que me espera, simplemente conduzco a la espera de ver cual es el punto de llegada.
Ni hizo falta mucho, iba buscando mi tranquilidad, mi sosiego y una parte de mi que nunca dejé ni estando a más de trescientos kilómetros de distancia. Me sentí como las aves migratorias que vuelan por instinto sin perder el rumbo hacia mejores lugares, donde sentirse seguros.
Cuando llegué era naranja, cobrizo casi rojo. Reflejaba sobre una basta extensión de arena mojada, plateada y biselada. Bajaba lentamente, convirtiéndose cada vez mas en una impresionante imagen roja que se iba hundiendo poco a poco en horizonte. Paré el coche, deje puesta la radio, seguí escuchando música, siempre la música, y con él, con su desaparición, cada vez más intensa de color, se fue hundiendo también mi día, mi hastío, la desgana y el cansancio. Enterré el día, como se perdía el sol en la lejanía, y así, sin querer, dejé de lado todo, me reconcilié conmigo y me fui de nuevo a buscar otra noche que dará paso a otro día agotador.